lunes, 27 de mayo de 2013

TARDE EN COMPAÑIA


Hoy es viernes y tengo un mono de moto increíble. He preparado una ruta para descubrir nuevos paisajes.

Vivir en Valladolid está genial pero a la hora de buscar carreteras ratoneras o paisajes idílicos....pffff, a ver, los campos de Castilla son preciosos pero realmente los tengo muy vistos. Al disponer de poco tiempo busco en el mapa algo diferente dentro del radio escaso de km que puedo hacer.

Hoy me acompaña un antiguo compañero de ruta. Mi colega Edu. Fue mi primer compañero de ruta con el que aprendí mis primeros pasos; bueno realmente los dos aprendíamos porque el iba con su roadwin 125 y yo con mi gtr 250. La verdad que nos lo pasábamos bien y tras 4 años sin quedar, hoy ha llegado el día.

Estoy nervioso, como siempre que voy a salir y no veo el momento de que el reloj toque las 15:30 para montar en blanquita y salir a ver que me depara la tarde.

Cuando llega la hora, cojo los bártulos y me voy a la gasolinera donde he quedado con Edu. Alimento a mi blanquita de su sangre vital que está a precio de oro.....menos mal que es generosa y gasta poco, y monto mi recién estrenado soporte de gps para la moto.





 Edu llega, y tras el saludo inicial, nos ponemos en marcha, el tiempo apremia. Esto de llevar prisa para hacer las rutas no me gusta nada porque no voy todo lo tranquilo que me gustaría, pero los deberes familiares son los que son.

Decidimos hacer la misma ruta que en mi post anterior y enfilamos la carretera. Es increíble, para ser Valladolid, los pastos todavía están verdes. La sensación es muy gratificante ya que hace un sol radiante, apenas hay una pequeña nube que mancha el cielo y la temperatura es buena. Corre un poco de viento que apenas aprecio en la moto pero sí en el suave ondular de los verdes pastos que nos rodean. Apenas hago fotos porque no me gusta hacer esperar a mi compañía y hoy no tenemos tiempo.

Voy yo en cabeza y voy a un ritmo normal, no me gusta perder de vista a mi compañero por si acaso le pasa algo y no me entero. Es genial esto de ir acompañado después de tantos años.

El negro asfalto empieza a retorcerse y lo que antes era una larga recta rodeada de verdes pastos en los que la vista podía perderse en el horizonte, ahora nos vemos rodeados de pinares en que las curvas no te dejan ver más que unos metros. Me concentro y empiezo a exigirle a blanquita. De repente su carácter amable se trastoca y parece perder la cordura (puede que sea yo el que la pierde) pero empezamos a enlazar curva tras curva, izquierda - derecha - izquierda; no permanecemos ni un instante en la vertical, no voy deprisa pero la sensación que siento es embriagadora y por un momento me he olvidado de edu.... al mirar por el espejo no le veo y reduzco mi marcha esperando ver su figura, sé que va a aparecer pero son unos segundos tensos......por fin veo su faro redondo y respiro, ya más relajado llegamos al monasterio en ruinas y descansamos un poco. Vamos a hacer unas fotillos a nuestras queridas.

Como la noche y el día. Son dos motos totalmente diferentes, blanquita es alta con un diseño moderno y con un motor bicilíndrico, la moto de edu es una preciosa bandida negra con unos cromados que deslumbran. La verdad es que me gusta mucho su diseño. La luz era muy cenital y dura por lo que la mitad de las fotos que tiramos han salido quemadas. Al menos he "salvado" unas pocas de la quema. Por cierto la bandida es muy fotogénica y esta luz le hace justcia.











Después de la sesión fotográfica, damos media vuelta y volvemos por las mismas curvas pero a un ritmo más relajado, edu toma cabeza y nos guía por un camino que ninguno conocía muy bien.

La verdad es que resultó ser una carretera con suaves y entretenidas curvas. Una carretera metida entre verdes cerros y sin apenas tráfico.



Fue una tarde entretenida, apenas dos horas de moto pero mereció la pena volver a juntarnos y volver a rodar en compañía.

Esperemos que sea la primera de muchas más.









jueves, 16 de mayo de 2013

UNA CITA CON MI CHICA


Hoy tengo el día libre y tenía pensado ir a dar una vuelta por la mañana con blanquita, pero diluvia. Es una lluvia copiosa y de esa que salen pequeñas burbujitas cuando impactan las gotas en los charcos que se van formando; además hace bastante viento, vamos el día ideal para salir en moto. Renuncio a mi idea de salir y me pongo a las faenas y chapuzas varias que se hacen en casa cuando uno tiene el día libre y no lo puede “disfrutar”.

Con el paso de las horas, y sobre las 3 de la tarde veo por la ventana que ha parado de llover, el cielo sigue amenazante y me susurra “como salgas te vas a ca*** ”, pero si yo no he hecho nunca caso a nadie, esta vez no iba a ser menos. Cojo rápidamente las llaves y mi equipación y desafiante, reto al cielo….”¿Qué me voy a queeé?? Tengo un pantalón de lluvia estupendo que me protegerá, a ver  quién gana. (uno que a veces es muy estúpido).

Nervioso y con prisa por aprovechar el poco tiempo que tengo, cojo la cámara y un trípode más viejo que yo y lo meto todo en la moto.

Cuando apenas he avanzado unos metros, empieza a lloviznar. Parece que el cielo me la tiene jurada hoy pero como soy un cabezón, me río y me dirijo a la gasolinera para repostar y ponerme el traje de agua.

Paro en la gasolinera y me doy prisa en repostar ya que veo a mis espaldas una nube amenazante que cubre toda la ciudad, como si corriendo fuera a ganar esta batalla contra la naturaleza. Pero los nervios me juegan una mala pasada, le doy demasiado caudal a la manguera y derramo combustible por todo el asiento de mi motocicleta; mierda!!!! No se quita del tapizado del asiento….. Cuando por fin consigo eliminar los restos de combustible, abro el cofre y busco mi pant…. ….mi…….mierda una vez más. Me he dejado el pantalón en casa.

“Vale esta vez has ganado, puedes empaparme que aún así tengo una cita y voy a acudir”

Triste y con cara de estúpido me monto en blanquita y enfilo una de mis carreteras favoritas de la zona. Apenas tengo tiempo por lo que no podré hacer muchas fotos.

La carretera me dirige hacia un monasterio en ruinas (hablo de él en mi primera entrada del blog, después de la presentación). La carretera es una carretera comarcal con curvas de todo tipo; el primer tramo son curvas abiertas y rápidas por lo que hago los primeros km apenas sin esfuerzo y tomándole el pulso a blanquita a la que no termino de dominar y me cuesta enlazar curvas consecutivas. La noto pesada y torpe pero sigo pensando en que el torpe soy yo. El paisaje es bonito, me rodean grandes llanos reverdecidos por las últimas lluvias con cerros a los fondos y pueblos que parecen congelados en el tiempo. Al salir de un pueblo, veo una pista de tierra y decido probar las cualidades off road de blanquita y de paso hacer unas fotos.


Blanquita de momento no me dice que no y la verdad que no se comporta mal aunque sus neumáticos no son para estos menesteres.

Paro en un lateral de la pista y contemplo el paisaje, parece que tras varias curvas he despistado al cielo amenazador y luce el sol tímidamente entre las nubes. Huele a primavera y me quedo absorto contemplando el paisaje.


Es genial poder disfrutar de la moto y del aire libre de esta manera. Esto me da la vida.

Bueno vamos a hacer un pequeño reportaje fotográfico de mi chica. Da gusto hacer fotos con una buena modelo.

No soy muy bueno haciendo fotos y mucho menos con el retoque de las mismas por lo que pido disculpas por la calidad de las fotos. Iré aprendiendo.






Tras varias tomas, veo que mi trípode y cámara estorban a un paisano que quiere pasar con la camioneta, así que me apresuro a ir corriendo a por la cámara y no entorpecer el camino. Le saludo y le pido disculpas y el avanza lentamente mirándome por su ventanilla con cara de estupor, como si hubiera visto un marciano; “buenas tardes y disculpe” repito. El sigue pasando lentamente sin dirigirme la palabra y sin apartarme la vista. Por un momento no entiendo nada pero me pongo en su piel y la escena es un poco surrealista, un tío con armadura de motero, casco puesto, con una moto en medio del campo, un trípode y cámara haciéndose fotos a sí mismo. Sonrío y me marcho. La verdad es que la escena fue simpática.

Recojo los bártulos y empieza la parte guay de la ruta, el paisaje cambia radicalmente, la carretera se arruga y retuerce y ya no estoy rodeado de prados sino de pinares. Hay bastantes sombras generadas por los árboles que me tapan los enormes agujeros del firme pero no me importa porque llevo la moto adecuada.



Poco a poco me adentro en esta solitaria y preciosa carretera y voy bailando con balnquita de lado a lado, curva tras curva. Los movimientos son suaves, como cuando uno no tiene ni puta idea de bailar y tu pareja te agarra con cariño y te dice, no te preocupes yo te llevo. Se produjo una simbiosis entre blanquita y yo que me hizo sentir bien. No era la brusquedad de mi antigua montura (no tiene nada que ver una moto con otra), todo era suavidad, finura y dulzura, estaba ensimismado, como flotando en el aire y atravesando curva tras curva hasta que raaaassssss!!!!!! Joder, he rozado con la estribera, no puede ser, si no iba haciendo el bestia…..Blanquita me demostró que es guerrera pero que hay que tener cuidado porque tocas con la estribera antes de que te imagines.

Por fin llego a mi destino. Me lo he pasado genial!!!



No voy a hablar de este lugar porque ya lo hice en mi primer post. Solo decir, que yo aquí me siento bien.

No se oye nada, solo a ti mismo y a la naturaleza.



Aprovecho y hago la segunda sesión de fotos.







Bajo a la zona de relax. Adoro este lugar. Silencio, sombra, belleza sobran las palabras.







Me siento en los peldaños de piedra y observo. Mientras mantengo un dialogo con el silencio, recuerdo la primera vez que pasé por esta carretera y vine a este lugar, ni si quiera estaba casado. Han pasado muchos años y muchas situaciones desde entonces, buenas y malas pero aquí estoy otra vez, disfrutando de mi pasión.

Viajar, aunque sea al pueblo de al lado, siempre enriquece. No es sólo un tiempo muerto de desplazamiento sino que tras cada curva, árbol, pueblo y rincón, se esconde una historia distinta cada vez. Te invito a que puedas disfrutar de estos ratos.

Nunca es la misma situación, cada día me ocurren cosas distintas, otras veces me pierdo por buenos caminos y otras veces soy yo el extraterrestre. Sea como fuere, adoro esta vida y merece la pena vivirla en profundidad.

Buen viaje.










jueves, 9 de mayo de 2013

EL MEJOR PEOR CAMINO




“El viaje en moto es una de las últimas aventuras que quedan. Un automóvil es una caja en la que uno se aísla del exterior, pero sobre una motocicleta, uno es el exterior. No hay barreras entre tú y el paisaje; sobre ti golpeará la lluvia, el viento y el sol. Claro que te cansarás antes y estarás expuesto a grandes riesgos. Pero serás ágil. Serás centauro, caballero y nómada de corta impedimenta. No cargarás más que con lo imprescindible y aprenderás a renunciar a lo accesorio. Si eso no te parece suficiente, no creo que pudieras entenderlo ni aunque estuviéramos hablando durante horas.”



Con permiso de mi amigo Miquel Silvestre, le robo esta cita de su libro “Un millón de piedras” ya que refleja fielmente lo que es viajar en moto y con lo que me siento identificado (por cierto un libro muy muy recomendable)

Hace mucho tiempo que no escribo y no doy rienda suelta mis recuerdos. Estaba escribiendo la crónica de un día de locura transitoria que acabo en los picos de Europa pero la situación ha cambiado de un día para otro. Os cuento.

Tras el alumbramiento de mi hija, me encontraba un poco despistado. La falta de sueño y las jornadas interminables hacen que pierdas la noción de la realidad y percibas las cosas un poco “diferentes”. Una tarde en la que los peques descansaban, me senté en mi sofá y dediqué un rato a ponerme al día sobre las novedades de 2 ruedas. Mi mujer me observaba, yo creo que con aburrimiento y pensando en que su marido es un pesado con las motos.

-¿Qué moto te gusta?

-Todas, ¿por qué?

-Pero, si tuvieras que comprar una cual es la que más te gusta.

Mi cara se volvió un poema y me quedé pálido. Mi pulso se aceleraba y se me trababan las palabras.
Para no alargar esto, os resumo que mi mujer me dijo que me regalaba una moto por el nacimiento de nuestra hija y por los 5 años de casado (no me la merezco).

Puede que la mayoría de vosotros no me conozcáis y veais este hecho como algo sin mayor trascendencia, pero para mí sí la tiene. Hace años, tuve que vender mi moto por problemas económicos y otros motivos varios.

Ahora, vuelvo a ser motero con montura. Conseguí salir de mi caja.




Es miércoles por la noche, mi familia duerme, y me encuentro preparando el viaje para recoger mi moto en Santander. Estoy nervioso, excitado y la cabeza me va a mil, me cuesta mucho preparar todo ya que apenas puedo concentrarme.

Cojo mi mochila sobredepósito de mi antigua moto y voy metiendo cosas (quizá demasiadas). Veamos, cámara de fotos, trípode, guantes, impermeable, papel higiénico (imprescindible en una ruta larga y de montaña), pulpos….

Cuando termino de meter todo en la mochila, enciendo el ordenador y miro una ruta guay para la vuelta. Al lado de Santander tengo los Picos de Europa así que decido imprimirme un par de planos ya que voy sin mapa ni gps, ni brújula, ni sextante ni ningún medio de orientación más que una hoja con los pueblos apuntados.

Esa noche apenas consigo dormir y los nervios me matan.

En las cuatro horas de tren que me separan de Santander pienso de todo;  pienso en mis antiguas rutas, en mi familia, en mis hijos y se me pasa por la cabeza si no estaré haciendo una locura....No me perdonaría que me pasara algo en mi viaje de vuelta. Aventurarme por carreteras de montaña por las que apenas pasa nadie y con una moto que no conozco…no sé…..Empiezo a plantearme si volver directamente por autovía e ir haciéndome a la moto poco a poco.

Llego a Santander y tras el papeleo me encuentro con ella. Está esperándome, invitándome a subir y recorrer mundo (de momento lo dejamos en España). Comienzo el ritual; arranco la moto, su suave ronroneo me recuerda a otra moto honda que tuve en su día, DIOS QUE NERVIOSO ESTOY!!!!



Una vez encima, cierro los ojos y respiro profundamente para aliviar la tensión de mi cuerpo y templar los nervios. Acciono embrague, meto primera y arranco….de momento todo es recto y libre de tráfico hasta el primer semáforo en el que tengo que frenar, reducir y tumbar para girar a la derecha para rellenar el depósito. Todo bien hasta que llega el momento de tumbar. De repente noto como la moto no quiere tumbar, me he quedado agarrotado e inconscientemente he accionado el acelerador, lo cuál ha provocado lo que se llama un recto.
Freno en cuanto puedo y a la hora de parar, me da la sensación que hasta el suelo está más lejos que antes. Vuelvo a pensar en mis hijos y en el viaje de vuelta……estoy demasiado nervioso. Me bajo de la moto torpemente y temblando por el susto, casi me trago el escaparate de la esquina.

Todo esto me recuerda a la primera vez que monté en moto sin tener ni **** idea. Ni que decir tiene que hace como 4 años que no me subo a una moto y menos a una de 700cc

Tras un rato de tranquilizarme, vuelvo a  montar; esta vez más sereno y con la teoría bien presente en mi cabeza. Consigo llegar a la gasolinera y repostar. Bueno primera toma de contacto conseguida. Por supuesto, decido meterme en autovía y tirar para casa sin probar carreteras difíciles, no quiero matarme el primer día.

El día es desagradable, gris y muy ventoso. Cuando voy por la autovía a 110 el aire me quiere arrancar el casco de la cabeza y decido tomar la próxima salida hacia la nacional.

Una vez en la nacional me adentro en una zona de curvas y empiezo a tomarle el pulso a mi nueva montura.

“¿Ves? Si no es tan complicado, dame un paseo anda, que voy a ser buena” me susurra mi blanquita. Ya hemos roto el hielo y pasamos a tutearnos pero todavía guardando las distancias que no nos conocemos.

Miro el móvil y decido tomar rumbo hacia uno de los desfiladeros que siempre he oído hablar y que tenía ganas de conocer. Vamos a ver si pescamos algún salmón.

Enfilamos curva tras curva, me lo estoy pasando genial  aunque todavía no me atrevo a tumbar demasiado. Noto  la moto pesada y con más torpeza que mi antigua montura, aunque lo que puede pasar es que el que está más pesado y torpe soy yo.

El paisaje cambia y poco a poco se torna más rocoso y profundo, entramos en el desfiladero de la hermida.

Hace buena temperatura y luce el sol, el agua corre con grandes saltos y se filtra en forma de cascadas a través de los muros de piedra que tengo a mi lado.

Esta sensación era la que necesitaba volver a sentir. Los colores, olores, el sol en la cara y el ruido de mi motor. Soy feliz.

Estoy buscando una zona para apartarme y sacar una foto pero las curvas no me dan tregua y tampoco tengo la confianza necesaria para detenerme de repente, lo tengo que ver claro. Encontré una zona buena pero con pocas vistas y ahí me paré.



Me quito los guantes, los sotoguantes y busco la cámara mientras me cuezo dentro de mi casco. Joder, esto no hay quien lo aguante, esto es precisamente lo que no me gusta de montar en moto, cada vez que paras a hacer fotos toca “desmantelarse”.




Sigo mi camino por este desfiladero precioso y me dispongo a pescar, he visto el pez…. Para acceder a él hay que subir una pequeña cuesta de tierra en la que cuando estoy en medio me doy cuenta que no hago pie y voy muy despacio, los nervios me hacen frenar y la caída parece inevitable…..(joder el primer día) instintivamente acelero y recupero la verticalidad pero casi acabo encastrado en el pez de piedra que me mira burlándose de mí.




Una vez pescado el salmón, continúo la feliz marcha y me “pierdo” por picos de europa. Paso por Potes con intención de llegar hasta Caín pero no sé cómo acabo en Espinama, Qué más daaa!!!!! Es lo que pasa cuando no llevas ni GPS ni mapas y sinceramente, estoy hasta los cojones de sacar el móvil para mirar el camino ¡¡¡¡CUANDO UNOS GUANTES DE MOTO PARA MANEJAR SMARTPHONE!!!!!

Vuelvo a Potes y decido dejar Caín para otra ocasión. Me paro cerca de la plaza y me tomo mi sándwich que tan cariñosamente me preparó mi mujer, tengo una bolsa grande de Rufles Jamón que acompañarán.

Después de comer admirando mi blanquita recojo bártulos y hacia casa; como es habitual en mí, decido tomar mi “peor camino” o el camino más largo posible, pero como me perdí cogí el corto. Nota personal, la próxima vez con gps o mapa.




El camino que seguí fue de Potes hasta Cervera de Pisuerga.

Tras Muchas curvas, vacas y capullos enlatados que aceleran para que no les adelantes en plena carretera de montaña me encuentro con el mirador de Piedrasluengas. Hay nieve todavía y la temperatura ha bajado por lo menos unos 5 grados respecto a Potes.

Sentado sobre mi moto y con el motor apagado parece que el tiempo se ha detenido. Es como una foto que se quedará grabada en mi memoria. No hay nadie, solo el silencio, mi moto y yo.











Empiezan a llegar coches y mi momento se desvanece pero permanecerá en mi memoria para siempre. Decido tomar unas fotos y marchar.

Estoy bastante cansado, me duele el culo y tras 4 horas de tren y otras 4 que llevo encima de la moto se hacen notar.

El camino ya es más relajado y no tan excitante. Me quedan 180 km de vuelta y todavía no he repostado desde que salí de Santander, esta moto es una maravilla.

Enfilo la autovía que se dirije a Valladolid y paro en Fromista a repostar (todavía no ha entrado la reserva pero por si acaso).

Mientras le doy a mi culo un merecido descanso pienso en todo lo vivido este día, en las sensaciones  y recuerdos. Volver a montar es genial y es algo que llevaba mucho tiempo deseando. Ha sido un día estupendo y doy gracias de que al final decidiera perderme.

En cuanto a la moto, estoy contentísimo. No era la moto de mis sueños pero cada vez me gusta más. De potencia anda justa aparentemente con sólo 48 cv pero cuando le pillas el truco puedes ir muy dignamente.

La 6 marcha es una overdrive que relaja mucho la conducción y el consumo sobre todo y puedes mantener cruceros altos. Las suspensiones son una maravilla, ya no sufro cuando entro en una carretera destrozada y llena de agujeros. Un diez en este aspecto ya que no me corta el rollo a perderme. Pero lo mejor de todo es la suavidad de sus mandos, el hueco portacascos y sobre todo, el consumo….hice cerca de 350-370km y reposté pero no me hubiera hecho falta. Cuando una salida de este tipo sólo te cuesta 20 euros en gasolina te planteas hacerlas más a menudo.

Espero vivir muchas aventuras y km con mi blanquita y compartirlas con vosotros.

Un saludo y tomar siempre el peor camino.