viernes, 30 de agosto de 2013

COMIENZOS FRANCESES






INICIOS

Como sabéis, y si no os lo digo, estoy en Marsella trabajando. No es el trabajo ideal pero es trabajo, aunque me duela estar separados de los míos.
Para empezar, me he venido sin la moto ya que primero voy a ver cómo está el tema por aquí, sobre todo en tema de seguridad para la moto.

TOMA DE CONTACTO

Es mi primer fin de semana aquí y esta semana ha sido difícil. Un trabajo nuevo, gente nueva,  idioma nuevo y yo echo de menos a mi mujer y a mis hijos. Tengo que ocuparme la cabeza con algo y he decidido hacer una excursión. Hay un pueblo cercano que dicen que es muy bonito y tiene unas calas espectaculares. Me niego a coger la autopista ya que todas son de peaje.

Comienza la carretera con un suave devenir de curvas pero que en coche lejos de disfrutarlas me parecen un incordio. Llego al pueblo y a pesar que son las 8.30 de la mañana esta hasta arriba de gente y cuesta encontrar aparcamiento. Encuentro un hueco justo en un parking con ora en la zona centro. Echo 3 euros y apenas me da para 45 minutos!!! Me fijo y el limite máximo son dos horas y cuesta 8 eurazos!!!!!

Me empieza a entrar la mala leche, me pongo el bañador y decido ir a la cala espectacular, me dirijo hacia la oficina de turismo que hay al lado pero abre a las 9.30 mm y yo solo tengo ora hasta las 9.15. Mi mala leche sigue en aumento y me está empezando a amargar.
Pregunto a un paisano en inglés y directamente hace aspavientos y se va de largo sin ni si quiera excusarse, paro a otro y hace lo mismo..... Miro en el diccionario como se dice cala y al siguiente que pasa se lo digo sin mediar un saludo. Algo me dice en francés y cómo ve mi cara de gilip....me señala al puerto. Me dirijo al sitio que me indicó el paisano y es un barco turístico que te lleva a las calas, cobrando por supuesto. Por lo menos habla inglés y me dice que se puede ir caminando pero que hay más de una hora. 

Fuera me voy de este pueblo habiéndome dejado 3 euros de parking para nada.

Son las 9, 30. Es pronto todavía así que tras mirar el mapa, decido ir a Cannes. Está a dos horas de aquí pero me niego a ir por una aburrida autopista francesa. Con lo que me ahorro del peaje lleno el depósito de blanquita.

En Francia hay una gran diferencia en las autopistas de peaje, aquí, si no vas por la autopista sueles tener carreteras de muchas curvas y mucho tráfico con lo que se tarda alrededor de 1, 30 hora más en hacer el trayecto (dependiendo de la distancia claro), en España muchas veces la nacional va paralela a la autopista.

Enfilo una carretera con curvas, muy bien asfaltada pero con muchísimo tráfico y ciclistas, no hay que olvidar que estamos en agosto en la costa azul francesa. Se me pone una roulotte delante a la que no consigo adelantar ya que las curvas se suceden rápidamente y hay mucho tráfico de frente. Decido tomármelo con calma y por fin llego a Cannes. No sé que hay hoy que está todo abarrotado. No consigo encontrar aparcamiento público y el privado que está disponible tiene un precio prohibitivo.

Cannes, hasta luego.  Estoy harto de aglomeraciones,  de playeros y de coches y hasta de mí mismo, otro día volveré. Son casi las doce y lo único que he hecho ha sido perder tiempo y dinero. Un poco más arriba empiezan los Alpes marítimos así que me dirijo allí a ver si se me pasa la mala leche que tengo encima.

El paisaje empieza a retorcerse y a encresparse pero ni mucho menos tan escarpado como me lo imaginaba, lo bueno es que empieza a verse ambiente motero, lo cual me alegra porque imagino que por aquí habrá cosas chulas.

Paro a comer en un bar pizzería al pie de la carretera y es biker friendly, bajo de mi coche hinchado por ser motero pero....no tengo moto ni ropa de "trabajo". El ambiente es animado y aunque no entiendo un carajo de lo que dicen,  por las caras y los gestos intuyo que están comentando la jugada de la mañana o las batallitas de estos casos.

Entro tímidamente y empiezo a preguntar en ingles a una señora no muy mayor, empieza a jurar en hebreo y llama a su marido. Intento hablar un inglés sencillo para que me entiendan,

-I want to eat. Digo despacio casi deletreando.
- No english.
-(cabronazo pero sí sabes poner biker friendly)
Español?
- baaahhh español,  fransua.
- (me cago en tu p**** madre, hoy como aquí cueste lo que cueste)
Hago el símbolo mundialmente conocido de cuando uno quiere comer, me entiende y me lleva a la terraza.  Me trae una carta y me decido a pedir.

-fransua ven aquí majo, (ahora no me pillas)
Me pregunta que voy a tomar (imagino) a lo que contesto

-Pizza y coca cola. (Toma si no le entiendes...)

Se me queda mirando serio y me dice "very good french" se ha dado cuenta de mi jugada y justo después empezamos a reír los dos. Buen rollo.

Me trae una pizza no, una pizzaca que estaba buenísima y mientras doy cuenta de ella observo a mi alrededor, la mayoría son moteros maduros con grandes máquinas y los jóvenes tienen casi todo deportivas o naked deportivas.

Cuando voy a pagar me fijo en un cartel que tiene un paisaje espectacular, es como un cañón que tiene un  rio de color azul verdoso, como si de u  glaciar se tratar. Le pregunto y me dice que awesome el cabronazo (algo de inglés sabe pero pasa, algo que me ocurrirá más veces).



Pongo la dirección en el GPS y está a menos de 20 minutos de mi posición. El ambiente motero se intensifica hasta tal punto que para mí que voy en coche resulta hasta molesto ya que me pasan sin piedad.

Llego al sitio indicado y el paisaje es increíble. Me recuerda mucho a la zona de la vera en Extremadura pero esto es todavía más rocoso y el agua tiene un color que jamás ha visto. La gente se baña y se refresca de este asfixiante calor. Decido seguir los ríos de moteros a ver dónde termino, tras innumerables curvas llego a esto.





Es un lago gigantesco repleto de esa agua azul, tan azul que parece teñida. La belleza de lugar es enmudecedora. Me acuerdo de mi mujer, de lo mucho que le gustaría ver esto y mis hijos que seguramente cogerían con sus pequeñas manitas las piedras más grandes que hubiera, para tirarlas al agua.
No puedo evitarlo y me echo a llorar en el coche. 

Tras un rato de intimidad, los moteros me dirigen hacia unas altas montañas, paso un túnel y al salir se abre ante mis ojos la siguiente escena.




No puedo evitar bajar del coche para observarlo. Lo que tengo delante de mi es el cauce de un gigantesco rio que puede tener unos 200 metros de ancho, al fondo, corona el paisaje una enorme montaña,  esta vez sí, como las que me gustan.



Se me hace tarde para volver y no he hecho otra cosa que alejarme y alejarme y no sé cuánto voy a tardar en volver,  pero el paisaje me hipnotiza y quiero avanzar un km más, y luego otro.... Las rocas que me rodean son rocas calizas, grisácea como las de picos de Europa pero a lo lejos,  muy a lo lejos, al fondo del cañón se ve una mancha roja, como si la grisácea roca tuviera una herida abierta y estuviera sangrando.

 Decido acercarme y lo que tengo delante de mis ojos es la gorje de Daluis.




Un tajo profundo en la roca causado por el paso del agua y unas paredes color sangre que impactan. El terreno es tan abrupto que mi carril se separa del contiguo, yo voy atravesando túneles por la parte del cañón y el carril contiguo por la zona interior. Si alguna vez pasáis por aquí,  hacedlo en los dos sentidos porque en el de vuelta no se ve nada.







Sigo avanzando sin remedio y llego a un pueblo precioso en el que versa "aquí empieza la ruta de los grandes Alpes". Es hora de volver,  estoy a tres horas del hotel  pero ha merecido la pena. Francia es increíble y mientras vuelvo, me prometo a mí mismo a traerme a blanquita para que venga conmigo a descubrir esta fabulosa tierra. Me espera la ruta de los grandes alpes. 


BLANQUITA VISITA FRANCIA

He ido este fin de semana a ver a mi familia y de paso me voy a traer a blanquita, le acabo de poner la toma de corriente y la he lavado a mano para que esté lista para el viaje. Voy a partir el viaje en dos etapas ya que son muchos kilómetros para hacérselos en un único día. Alrededor de unos 1100 km.

Salgo por la mañana con todo el dolor de mi corazón pero nervioso por hacer el viaje con la moto. Es como una pequeña aventura. Mi primera etapa va a ser Valladolid-Toulousse. Va a ser la más larga y tediosa ya que la voy a hacer toda por autovía para no retrasarme demasiado. Según san Google, van a ser 7 horas aproximadamente así que le calculo unas 9 entre paradas, repostajes y demás. He descubierto una manera de colocar la mochila sobre depósito de una manera cómoda y segura. La ato con unas cinchas de Ikea al bastidor de la moto y a la tija.



Esta primera parte me la salto porque no tiene nada que reseñar. Autovía y km aburridos.
He decidido parar en Lourdes para conocerlo, está a las faldas de los pirineos y el entorno es precioso. A estas alturas del viaje son las 6 de la tarde y ya estoy algo cansado porque llevo 6 horas encima de la moto. El sitio es bonito pero como todo en esta vida, hacemos negocio de todo. Al llegar y parar la moto me doy cuenta de un problema, no puedo dejar la bolsa sobre depósito puesta ya que me pueden robar las cosas o incluso la propia mochila así que ya que he llegado hasta aquí la quito y me la pongo a la espalda.

Hay mucha gente en Lourdes, algunos turistas, otros curiosos y algún desesperado que implora a lo alto que sus males desaparezcan, sea como fuere, yo busco un lugar íntimo de recogimiento y realizo mis plegarias.

Al volver son las 7 de la tarde, estoy realmente agotado y todavía me queda viaje por delante. Vuelvo a montar la mochila y continúo el viaje. Una vez subido en la moto,  me empieza a doler todo, los innumerables km por autovía sin apenas moverme me están pasando factura. Estoy cansado pero quiero aguantar todo lo que pueda encima de la moto ya que cuantas más veces pare, más tarde voy a llegar. Es un círculo vicioso. Acelero el ritmo de blanquita hasta encontrar una velocidad de crucero alta pero cómoda. A  unos km de Toulousse, noto que la moto desprende demasiado calor, voy a 130 km reales y siento el calor del motor, imaginaba que a esas velocidades el viento disipaba cualquier calor de la moto pero me equivocaba.

Ya es de noche cuando entro en Toulousse. La oscuridad me rodea y tengo ganas de llegar al hotel. Tengo hotel reservado en el centro de Toulousse así que me dirijo rápidamente. Cuando llego, encuentro un estrecho sitio entre dos coches para dejar a blanquita. Al bajar de la moto me duele todo el cuerpo,  Estoy quitando las cinchas cuando al quitar la que va debajo de la tija la noto empapada. Me da un vuelco el corazón,  y la paranoia empieza a apoderarse de mi cabeza. En seguida pienso que el radiador se ha picado o se ha roto un manguito y me pierde el agua, por eso la moto estaba tan caliente. Observo con la tenue luz de la linterna del móvil las tripas de blanquita pero no veo nada raro, únicamente noto un calor horrible que desprende el motor. Preocupado me dirijo al hotel e intento mantener la cabeza fría. Voy a buscar algo de cenar en un McDonald cercano, me ducho y mañana veré lo que hago. Cuando estoy en la cama empiezo a buscar talleres de honda en Toulouse pero no veo ninguno cercano, bueno más bien no veo ni la pantalla así que decido apagar la luz y echarme a dormir. La cabeza me va a mil y no consigo conciliar el sueño, estoy preocupado, no tanto por la avería sino por lo que me va a costar repararla en Francia y si me lo van a hacer mañana puesto que tengo que estar en Marsella por la tarde.

De repente, me viene la inspiración y pienso, si el agua fuera del radiador, la cincha debería estar mojada pero de agua caliente y estaba mojada de agua fría. Ese pensamiento o inspiración me calmó y el sueño me venció

Es por la mañana, he dormido mal preocupado porque he dejado la moto aparcada en la calle y aunque la chica de recepción me dijo que la iba a vigilar ella, no me fiaba mucho. Me levanto y antes de desayunar salgo a la calle para ver la moto. Todo está en orden y aprecio que debajo de la moto hay un charco de agua. Puede ser del radiador (poco probable) o un charco normal y corriente que al desatar la cincha, ésta cayera encima del charco y se mojara. Va cobrando fuerza mi teoría, por lo que me voy a desayunar.

Estoy tomando un chocolate caliente, con una pequeña degustación de quesos y mermeladas caseras. Todo está delicioso. El ambiente es tranquilo, hay varias parejas entradas en años desayunando tranquilamente hablando casi imperceptiblemente, susurrando. Cuando veo estas cosas, me doy cuenta de lo ruidosos que somos los españoles. Estoy a gusto, relajado disfrutando de mi chocolate y me tomo todo el tiempo del mundo para saborear tan delicioso momento.

Blanquita ya está preparada y yo también. Abandonamos el hotel, hoy vamos con tiempo por lo que decidimos ir a Marsella por carreteras secundarias. Toulouse es una ciudad bastante más civilizada que Marsella y lo que más salta la vista, bastante más cuidada y limpia. No me apetece visitar la ciudad, hay mucho tráfico y prefiero un poco de campo y bosques. Cuando llevamos unos km, empiezo a adentrarme en la Francia que yo  mi imaginaba. Profundos y verdes bosques, campos de girasoles interminables y viñedos kilométricos.





 El ambiente hoy es húmedo, hay unas nubes sobre mi cabeza que amenazan con empaparme pero confío en que no llueva. Me paro a hacer fotos en muchos sitios ya que el paisaje lo merece, ahora sí tengo la sensación de estar en el extranjero, quizá el ambiente caluroso y la playa de Marsella me recordaban bastante a mi España, pero esto es otra cosa.



Nos perdemos por bosques verdes en los que el sol no pasa a través de los árboles (bueno ni de las nubes) pero  voy continuamente por el interior de un túnel de vegetación que me hace sorprenderme a cada km que adelanto.



Hago parada en Castres, un tranquilo y hermoso pueblo. Mientras aparcamos,  un español en su flamante todo terreno de lujo, para en medio de un pequeño puente a hacer la típica foto de éste pintoresco lugar, está colapsando el puente y la gente empieza a impacientarse pero los franceses aguardan con paciencia. Uno de los coches pita y el español empieza a gritarle. A veces la gente se comporta de una manera estúpida y me duele que sea un compatriota. Me giro y hago la foto.




Hay un grupo de moteros franceses que animan  la plaza con sus ruidosas máquinas en esta mañana de lunes. Este pueblo parece muerto, apenas hay gente por la calle.





Continuo viaje y vuelvo a adentrarme en bosque, se va haciendo la hora de comer y ya no hago fotos porque estoy cansado. Llegamos a un pintoresco pueblo que se llama La Salvetat. Está situado en un picacho rocoso y por la parte de abajo transcurre un rio. Esta parte del camino me recuerda mucho a Irlanda por lo verde y gris.




Blanquita y yo recorremos el pueblo en apenas 3 minutos y buscamos  sitio para comer. Encuentro un bar en la plaza del pueblo con no muy mala pinta y tiene un menú del día a 13 euros (no excesivamente caro) Pido un estupendo plato de melón con jamón y de costillas de cerdo y observo mi entorno mientras como. Lo hago con tranquilidad y sin prisa, disfrutando de cada bocado de estas delicias. La verdad que aquí, en todos los sitios que he ido he comido bien, los productos de esta tierra son buenos.






Una fina lluvia me saca de mi mundo, se me está volviendo a hacer tarde. Ya estoy cansado y empachado de km, de girasoles y, que no  se entere nadie, hasta de moto. Si cojo peaje voy a terminar por ir más rápido de lo que quiero. Así que con calma sigo viaje hasta que llego a mi “casa”.

Ha sido un viaje largo, no hemos tenido mucho turismo, tampoco era la intención Ahora blanquita y yo estamos en Marsella. Nos esperan impresionantes rutas.